El talento
se educa en la calma y el carácter en la tempestad
Johann Wolgang Goethe
Y que nadie confunda el carácter con la
manida furia española, la testiculina y el gol de Marcelino. Pero, ahora que España
está en el trance más complicado de los últimos cuatro años, los jugadores van a experimentar situaciones ya
conocidas en estos casos: los más débiles
empiezan a dudar sobre las propias posibilidades y las de los
compañeros. La prensa, parte del entorno y la afición pasan de la euforia a la
decepción con rajada de Luis Aragonés incluida. Y entonces llega Honduras y si
el partido se embarulla se multiplican los miedos, tiemblan las piernas y
algunos dejan de pedir el balón y eluden responsabilidades. La ironía es que todo
este mal trago es el caldo de cultivo de un equipo ganador.
Por suerte la selección tiene la calidad y el
talento. Ahora es el momento de ver cómo el grupo responde a esa vocecita en su
cabeza que les dice que quizá no son tan buenos como pensaban, que quizá su
estilo de juego es un fiasco, o que quizá fallen en la próxima jugada y que por
eso es mejor no pedir el balón.
Algunos piensan en el Mundial de Italia ’90 y
hablan de hacer equipo a la argentina. En aquel campeonato la selección
albiceleste, por entonces campeona del mundo, empezó perdiendo 1-0 contra Camerún. El equipo
se cohesionó frente a las críticas, se
cerró un poco en sí mismo y convirtió cada partido en una batalla donde se
recuperaba la confianza a base de sumar victorias de cualquier manera. Aquel equipo tenía a Maradona y, además, ninguna campeona del
mundo ha perdido jamás su primer partido del grupo, pero la buena noticia es
que España tiene un estilo, una idea de juego a la que no parece que vaya a
renunciar incluso cuando vengan mal dadas. Además, estos jugadores no necesitan
la bronca ni estar enfadados con el mundo para rendir a su máximo nivel.
Por mucho que nos empeñemos, las soluciones
para el próximo partido no vienen de lo táctico. Es verdad que contra un equipo
tan compacto atrás, que cedía tantos metros a España, un tercer medio centro
como Busquets pudo ser prescindible. También es verdad que Ottmar Hitzfeld ya
esperaba el juego interior de España y neutralizó perfectamente la conexión con
Villa.
Sin embargo, lo más importante en el próximo partido no
será visible para el espectador, sino que ocurrirá en las cabezas de los
jugadores. De su percepción de sí mismos, su autoconfianza y cohesión del grupo
depende que España llegue en condiciones
de competir a un temible cruce en octavos de final
Es la hora del carácter, de los mentalmente
fuertes y de los que compiten con un espíritu tribal. Todo el mundo sabe a qué
se juega. Lo único que la selección no ha entrenado es cómo sobreponerse a las
dudas, al sentimiento de frustración y ansiedad que genera no cumplir con lo
esperado. De la incertidumbre se sale con una mezcla de fútbol y carácter para
competir como una vez dijo Luis Figo que hay que jugar al fútbol: “hay que jugar como
si no fueras a equivocarte pero no te sorprendas cuando suceda”.
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