Más de lo mismo. Esta vez es Manuel Pellegrini quien recurre a los argumentos tantas veces utilizados para justificar las famosas rotaciones, tan necesarias para muchos en el llamado “fútbol moderno”. Como casi siempre, la coartada para no repetir equipo titular suele ser lo que Jorge Valdano ha llamado “la gestión del capital físico”, es decir, la necesidad de distribuir esfuerzos a lo largo de la temporada para llegar en las mejores condiciones al tramo final de la misma. “En abril ya será tarde para descansar” sostiene el director general del Real Madrid, y todos acabamos asumiendo que es una simple cuestión de preparación física.
De la preparación física sólo se habla cuando el equipo pierde o para justificar las rotaciones. Rafael Benítez es de esos entrenadores que ejerce como tal y admite que la mayor parte de sus rotaciones tienen una intención táctica, pero es de los pocos que no se escuda siempre en el argumento del desgaste físico para gestionar la plantilla. Ángel Cappa quizá sea el único que sigue pensando que “en un equipo tiene que haber titulares y suplentes. Todos deben conocer su papel y actuar en consecuencia”. En defensa de Pellegrini tenemos que decir que sigue fiel a sí mismo. Repitió muy pocas alineaciones en el Villarreal y sigue haciéndolo esta temporada. La impostura llega cuando se dice que es para cuidar la condición física de los jugadores y, sin embargo, todos los indicios revelan que más bien es una manera de gestionar el vestuario.
Ya conocemos la gran carga de partidos de los futbolistas profesionales, las lesiones, las temporadas interminables, etc.… Pero tampoco olvido a Johan Cruyff cuando recuerda que lo más difícil para un entrenador es liderar un grupo de veinte egos. A Fabio Cappelo se le atribuye la célebre frase: “de lo que menos tiene que saber un entrenador es de fútbol”, en referencia a la importancia de dominar el entorno y, sobre todo, el vestuario. Incluso Jose Mourinho ignora el concepto fisiológico de fatiga y planifica pensando en la fatiga mental y emocional de sus jugadores. El propio Pep Guardiola podría escribir un manual acerca de como ganarlo todo en una temporada con apenas doce jugadores. Si todos los entrenadores fueran sinceros admitirían que la distribución de la carga física es la mejor coartada para justificar su forma de manejar su grupo.
Los servicios médicos de cualquier club profesional tienen los recursos suficientes para evaluar el grado de fatiga de cada jugador a corto, medio y largo plazo. La concentración de urea en sangre, o los niveles de hormonas como el cortisol o la testostorona son claves para determinar si un deportista esta en óptimo estado para competir. Pero me cuesta creer que, a la hora de hacer la convocatoria, el entrenador pregunte a los servicios médicos por el umbral de lactacto de tal o cual jugador o por los resultados de su última electromiografía. A nadie se le escapa que hay muchos factores más importantes para el rendimiento que el estado estrictamente físico y fisiológico del futbolista. Rubén Darío Oliva, médico de la selección argentina campeona en el mundial del 78, suele decir que “sentirse cansado no es estar cansado”, y lo ilustra contando cuando, en la final ante Holanda, salió a atender a Bertonni, aparentemente lesionado e incapaz de seguir en el terreno de juego: "Bertonni gritaba como un loco pero vi que no tenía nada. Le dije que era un cagón de mierda y que entrara; lo hizo y metió el tercero".
Por encima de las opiniones de médicos, entrenadores o preparadores físicos, me quedo con las palabras del mítico capitán del Liverpool, Graeme Souness, ganador entre otras de tres copas de Europa. En un delicioso reportaje de “El Informe Robinson”, donde Pepe Reina, Arbeloa y Torres comparten mesa con Michael Robinson, Sammy Lee, Kenny Dalglish y el propio Souness, este último reflexiona en voz alta: “No creo que el juego haya cambiado tanto y sea tan exigente físicamente. Teniendo en cuenta que los jugadores se cuidan ahora mucho más de lo que lo hacíamos nosotros, en términos de alimentación, hidratación, limitar el alcohol… Yo nunca me sentí cansado jugando al fútbol. Podía jugar los miércoles y sábados, cada semana, durante cincuenta semanas al año. Es algo psicológico. Te cansas cuando pierdes. Pienso en jugadores como Adebayor, Fabregas, Ronaldo o Rooney en el Manchester United. Nunca descansan. Hay que darle al equipo la posibilidad de encontrar su mejor once, porque una vez estás en racha el impulso te lleva en volandas. Han cambiado muchas cosas, pero no la mentalidad de los futbolistas, y si insistes en decirles que están cansados, acabaran creyendo que están cansados”.
Para algunos puede sonar a bravuconada de una vieja gloria que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. Para otros este discurso encierra más ciencia que la mayoría de los estudios publicados hasta la fecha.
De la preparación física sólo se habla cuando el equipo pierde o para justificar las rotaciones. Rafael Benítez es de esos entrenadores que ejerce como tal y admite que la mayor parte de sus rotaciones tienen una intención táctica, pero es de los pocos que no se escuda siempre en el argumento del desgaste físico para gestionar la plantilla. Ángel Cappa quizá sea el único que sigue pensando que “en un equipo tiene que haber titulares y suplentes. Todos deben conocer su papel y actuar en consecuencia”. En defensa de Pellegrini tenemos que decir que sigue fiel a sí mismo. Repitió muy pocas alineaciones en el Villarreal y sigue haciéndolo esta temporada. La impostura llega cuando se dice que es para cuidar la condición física de los jugadores y, sin embargo, todos los indicios revelan que más bien es una manera de gestionar el vestuario.
Ya conocemos la gran carga de partidos de los futbolistas profesionales, las lesiones, las temporadas interminables, etc.… Pero tampoco olvido a Johan Cruyff cuando recuerda que lo más difícil para un entrenador es liderar un grupo de veinte egos. A Fabio Cappelo se le atribuye la célebre frase: “de lo que menos tiene que saber un entrenador es de fútbol”, en referencia a la importancia de dominar el entorno y, sobre todo, el vestuario. Incluso Jose Mourinho ignora el concepto fisiológico de fatiga y planifica pensando en la fatiga mental y emocional de sus jugadores. El propio Pep Guardiola podría escribir un manual acerca de como ganarlo todo en una temporada con apenas doce jugadores. Si todos los entrenadores fueran sinceros admitirían que la distribución de la carga física es la mejor coartada para justificar su forma de manejar su grupo.
Los servicios médicos de cualquier club profesional tienen los recursos suficientes para evaluar el grado de fatiga de cada jugador a corto, medio y largo plazo. La concentración de urea en sangre, o los niveles de hormonas como el cortisol o la testostorona son claves para determinar si un deportista esta en óptimo estado para competir. Pero me cuesta creer que, a la hora de hacer la convocatoria, el entrenador pregunte a los servicios médicos por el umbral de lactacto de tal o cual jugador o por los resultados de su última electromiografía. A nadie se le escapa que hay muchos factores más importantes para el rendimiento que el estado estrictamente físico y fisiológico del futbolista. Rubén Darío Oliva, médico de la selección argentina campeona en el mundial del 78, suele decir que “sentirse cansado no es estar cansado”, y lo ilustra contando cuando, en la final ante Holanda, salió a atender a Bertonni, aparentemente lesionado e incapaz de seguir en el terreno de juego: "Bertonni gritaba como un loco pero vi que no tenía nada. Le dije que era un cagón de mierda y que entrara; lo hizo y metió el tercero".
Por encima de las opiniones de médicos, entrenadores o preparadores físicos, me quedo con las palabras del mítico capitán del Liverpool, Graeme Souness, ganador entre otras de tres copas de Europa. En un delicioso reportaje de “El Informe Robinson”, donde Pepe Reina, Arbeloa y Torres comparten mesa con Michael Robinson, Sammy Lee, Kenny Dalglish y el propio Souness, este último reflexiona en voz alta: “No creo que el juego haya cambiado tanto y sea tan exigente físicamente. Teniendo en cuenta que los jugadores se cuidan ahora mucho más de lo que lo hacíamos nosotros, en términos de alimentación, hidratación, limitar el alcohol… Yo nunca me sentí cansado jugando al fútbol. Podía jugar los miércoles y sábados, cada semana, durante cincuenta semanas al año. Es algo psicológico. Te cansas cuando pierdes. Pienso en jugadores como Adebayor, Fabregas, Ronaldo o Rooney en el Manchester United. Nunca descansan. Hay que darle al equipo la posibilidad de encontrar su mejor once, porque una vez estás en racha el impulso te lleva en volandas. Han cambiado muchas cosas, pero no la mentalidad de los futbolistas, y si insistes en decirles que están cansados, acabaran creyendo que están cansados”.
Para algunos puede sonar a bravuconada de una vieja gloria que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. Para otros este discurso encierra más ciencia que la mayoría de los estudios publicados hasta la fecha.