martes, 29 de septiembre de 2009

ROTACIONES Y COARTADAS

Más de lo mismo. Esta vez es Manuel Pellegrini quien recurre a los argumentos tantas veces utilizados para justificar las famosas rotaciones, tan necesarias para muchos en el llamado “fútbol moderno”. Como casi siempre, la coartada para no repetir equipo titular suele ser lo que Jorge Valdano ha llamado “la gestión del capital físico”, es decir, la necesidad de distribuir esfuerzos a lo largo de la temporada para llegar en las mejores condiciones al tramo final de la misma. “En abril ya será tarde para descansar” sostiene el director general del Real Madrid, y todos acabamos asumiendo que es una simple cuestión de preparación física.

De la preparación física sólo se habla cuando el equipo pierde o para justificar las rotaciones. Rafael Benítez es de esos entrenadores que ejerce como tal y admite que la mayor parte de sus rotaciones tienen una intención táctica, pero es de los pocos que no se escuda siempre en el argumento del desgaste físico para gestionar la plantilla. Ángel Cappa quizá sea el único que sigue pensando que “en un equipo tiene que haber titulares y suplentes. Todos deben conocer su papel y actuar en consecuencia”. En defensa de Pellegrini tenemos que decir que sigue fiel a sí mismo. Repitió muy pocas alineaciones en el Villarreal y sigue haciéndolo esta temporada. La impostura llega cuando se dice que es para cuidar la condición física de los jugadores y, sin embargo, todos los indicios revelan que más bien es una manera de gestionar el vestuario.

Ya conocemos la gran carga de partidos de los futbolistas profesionales, las lesiones, las temporadas interminables, etc.… Pero tampoco olvido a Johan Cruyff cuando recuerda que lo más difícil para un entrenador es liderar un grupo de veinte egos. A Fabio Cappelo se le atribuye la célebre frase: “de lo que menos tiene que saber un entrenador es de fútbol”, en referencia a la importancia de dominar el entorno y, sobre todo, el vestuario. Incluso Jose Mourinho ignora el concepto fisiológico de fatiga y planifica pensando en la fatiga mental y emocional de sus jugadores. El propio Pep Guardiola podría escribir un manual acerca de como ganarlo todo en una temporada con apenas doce jugadores. Si todos los entrenadores fueran sinceros admitirían que la distribución de la carga física es la mejor coartada para justificar su forma de manejar su grupo.

Los servicios médicos de cualquier club profesional tienen los recursos suficientes para evaluar el grado de fatiga de cada jugador a corto, medio y largo plazo. La concentración de urea en sangre, o los niveles de hormonas como el cortisol o la testostorona son claves para determinar si un deportista esta en óptimo estado para competir. Pero me cuesta creer que, a la hora de hacer la convocatoria, el entrenador pregunte a los servicios médicos por el umbral de lactacto de tal o cual jugador o por los resultados de su última electromiografía. A nadie se le escapa que hay muchos factores más importantes para el rendimiento que el estado estrictamente físico y fisiológico del futbolista. Rubén Darío Oliva, médico de la selección argentina campeona en el mundial del 78, suele decir que “sentirse cansado no es estar cansado”, y lo ilustra contando cuando, en la final ante Holanda, salió a atender a Bertonni, aparentemente lesionado e incapaz de seguir en el terreno de juego: "Bertonni gritaba como un loco pero vi que no tenía nada. Le dije que era un cagón de mierda y que entrara; lo hizo y metió el tercero".


Por encima de las opiniones de médicos, entrenadores o preparadores físicos, me quedo con las palabras del mítico capitán del Liverpool, Graeme Souness, ganador entre otras de tres copas de Europa. En un delicioso reportaje de “El Informe Robinson”, donde Pepe Reina, Arbeloa y Torres comparten mesa con Michael Robinson, Sammy Lee, Kenny Dalglish y el propio Souness, este último reflexiona en voz alta: “No creo que el juego haya cambiado tanto y sea tan exigente físicamente. Teniendo en cuenta que los jugadores se cuidan ahora mucho más de lo que lo hacíamos nosotros, en términos de alimentación, hidratación, limitar el alcohol… Yo nunca me sentí cansado jugando al fútbol. Podía jugar los miércoles y sábados, cada semana, durante cincuenta semanas al año. Es algo psicológico. Te cansas cuando pierdes. Pienso en jugadores como Adebayor, Fabregas, Ronaldo o Rooney en el Manchester United. Nunca descansan. Hay que darle al equipo la posibilidad de encontrar su mejor once, porque una vez estás en racha el impulso te lleva en volandas. Han cambiado muchas cosas, pero no la mentalidad de los futbolistas, y si insistes en decirles que están cansados, acabaran creyendo que están cansados”.

Para algunos puede sonar a bravuconada de una vieja gloria que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. Para otros este discurso encierra más ciencia que la mayoría de los estudios publicados hasta la fecha.

lunes, 21 de septiembre de 2009

LOS PARTIDOS SE GANAN EN LAS SEGUNDAS PARTES

“Los partidos se ganan en las segundas partes”, dicen los más viejos del lugar, y es una afirmación que tiene mucho de verdad si echamos un vistazo a las estadísticas que ofrece uefa.com esta temporada: más del 40% de los goles en competiciones europeas se han marcado en los últimos 30 minutos de partido. Son cifras similares a las de otras temporadas y que bien puede suscribir el Real Madrid tras su encuentro contra el Xerez (marcó cuatro de sus cinco goles en los últimos 25 minutos). Sólo el Barcelona, como en tantas otras cosas, se atreve a discutir las convenciones y las estadísticas marcando cuatro goles en la primera parte frente al Atlético de Madrid y tres contra el Racing de Santander. Aun así, sigo compartiendo la opinión popular de que el resultado se decide en el segundo tiempo, pero yo añadiría que siempre y cuando no lo hayas perdido en el primero.

Las razones por las que se marcan más goles en el tramo final de los partidos parecen obvias, y algunas de ellas apuntan a la condición física de los jugadores, aunque explicar este fenómeno únicamente dese la preparación física no deja de ser una visión parcial y reduccionista del juego. Más aún si, como a menudo escuchamos, la solución está en mejorar la capacidad aeróbica, el consumo máximo de oxígeno o la tolerancia al lactato. Esta es una opinión más popular si cabe desde que las retransmisiones de Champions League muestran los metros recorridos por cada jugador. Y el círculo se cierra si, además, escuchamos a entrenadores como Avram Grant destacar hace dos temporadas el rendimiento de Ashley Cole a la vista de la gran cantidad de metros recorridos en cada partido.

Para contradecir esta opinión popular y, sin salir del discurso de la preparación física, les diré que un jugador se pasa más del 70% del tiempo de partido caminando o trotando, y solo un 7% realizando acciones de alta intensidad (sprints, regates, anticipaciones, golpeos de cabeza, tiros a puerta, disputas…). Es decir, las acciones que verdaderamente deciden un partido dependen fundamentalmente de la capacidad del futbolista para acelerar, frenar, saltar, golpear… todas ellas acciones directamente relacionadas con la fuerza y la velocidad. No vamos a negar que el fútbol es un deporte predominantemente aeróbico, pero el partido se gana en situaciones muy breves que requieren la máxima intensidad.

Desde el mundial de Inglaterra en 1966 se han estudiado el número de acciones de alta intensidad que un jugador realiza por partido. Los datos dicen que, en la actualidad, un futbolista realiza tres veces más acciones de alta intensidad de las que realizaba un jugador hace cincuenta años. Crece por tanto el ritmo de juego y, con él, no solo la necesidad de ser más rápido, sino de poder serlo el mayor número de veces seguidas y con la menor recuperación posible.

Pobres aquellos que, para rendir mejor en el tramo final de los partidos, han decidido correr más tiempo en sus entrenamientos. Es relativamente fácil que un deportista entrenado pueda trotar los menos de 60 minutos de juego real que tiene un partido. El problema llega cuando, en los últimos 20 minutos, necesita acelerar y frenar en espacios cortos con la misma exigencia que en el primer minuto.

domingo, 20 de septiembre de 2009

DESMONTANDO MITOS: MOURINHO Y LA PREPARACION FISICA

Que los equipos entrenados por Jose Mourinho son fuertes táctica y, sobre todo, físicamente es una percepción que comparten la mayoría de los aficionados y profesionales del fútbol. Algo sorprendente para un entrenador que afirma que “lo físico es lo menos importante en la forma deportiva”. ¿Cómo consigue entonces ese nivel de condición física en sus jugadores? Quizá realice dobles sesiones de entrenamiento, trabajo específico en el gimnasio o minuciosos test físicos. Nada de eso. El rendimiento de equipos como el Inter de Milán se sostiene sobre las bases de la llamada “periodización táctica”, una metodología de entrenamiento que, en términos de preparación física, supone una provocación hacia el pensamiento convencional y los conocimientos impartidos en casi todas Universidades y escuelas de entrenadores. Algunos ejemplos: entrenamientos de no más de 90 minutos y nunca doble sesión (ni siquiera en pretemporada), trabajo en el gimnasio sólo si los médicos lo recomiendan en casos concretos, nada de test físicos y una revisión completa de los conceptos de volumen , intensidad, y estado de forma. Mourinho presume de no tener un preparador físico, sino un “metodólogo”, Rui Faria, para quien “el concepto tradicional de carga está desprovisto de significado en nuestra metodología”.

Sé de muchos entrenadores y preparadores físicos que, viendo sus sesiones de entrenamiento pensarían que así es imposible rendir físicamente al máximo nivel. También sé que ninguno le reprocharía al Inter, Chelsea u Oporto una falta de condición física. Son equipos que parecen correr, saltar y chocar tanto como el que más. Pero eso no le importa a Mourinho. El quiere que corran dónde, cuándo y cómo el estilo de juego exige. La calidad sobre la cantidad. Los principios de juego sobre las cualidades físicas.

Una semana de entrenamiento del Inter es una máquina de desmontar mitos acerca de la preparación física convencional. Presenciar un entrenamiento dirigido por Mou es ver tareas solo de fútbol, fútbol y más fútbol desde el primer día. Y todo porque el único objetivo es entrenar el estilo de juego del equipo, la forma de jugar, sabiendo que lo táctico arrastra consigo las dimensiones físicas, psicológicas y emocionales del juego. Una autentica bofetada en la cara de autoridades en materia de preparación física como Cometti o Bangsbo. Esto no significa que ignore los fundamentos de la teoría del entrenamiento o las bases de la preparación física, más bien al contrario. Va un paso por delante, reformulando conceptos y dándoles forma en el marco de una metodología que ha dado a la preparación física su verdadera dimensión en el fútbol. Se puede ser el más fuerte entrenando cómo quiero que juegue mi equipo, sin hacer series de carrera o pasar el día en el gimnasio.

Ahora que casi todos los profesionales del futbol beben de las mismas fuentes, merece la pena acercarnos a la metodología de Mourinho, conocerla y sacar nuestras propias conclusiones. Mas allá del personaje mediático, nos guste o no su personalidad o estilo de juego, Mourinho entrena diferente a la mayoría. Y además gana títulos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

CADA UNO CON UNO Y EL QUE SOBRE P’ALANTE

Ahora que Iker Casillas llena páginas de periódicos con titulares tan castizos como “somos un desastre a balón parado”, es un buen momento para recordar el suplicio que es entrenar la estrategia (ahora conocida como táctica fija) para jugadores y, por extensión, para entrenadores. A pocos les gusta o, más bien, a todo el mundo aburre. Primero, porque sólo se necesitan algunos jugadores mientras el resto hacen de relleno o simplemente no participan. Segundo, porque no hay manera de dar una intensidad real a ninguna de esas acciones, sea cuales sean los recursos del entrenador para hacer el ejercicio más competitivo. Con este panorama, la costumbre mas asentada es entrenar la estrategia no más de uno o dos días a la semana, viernes y sábado, apenas unos minutos en la parte final del entrenamiento. Entrenar el balón parado es el camino más corto para cabrear al entrenador.

Hace muchos años que, para defender saques de esquina, se desterró aquel mítico grito de “¡Cada uno con uno y el que sobre p’alante!” Hoy en día, la mayoría de los equipos de elite hacen un marcaje combinado, es decir un cierto número de jugadores defendiendo en zona y otros al hombre. Hace casi diez años, en una conferencia en el INEF de Madrid sobre la defensa un zona, Rafael Benítez (por aquel entonces entrenador del Tenerife), recordaba con una media sonrisa que Brasil encajó dos goles en la final del mundial de Francia ’98, defendiendo los saques de esquina en zona. (Todos recordamos los dos cabezazos de Zidane ante Leonardo primero y frente a nadie después).

El FC Zurich le marcó un gol al Real Madrid en saque de esquina de manera similar. Utilizó alguno de los trucos más viejos: crear superioridad numérica en un espacio haciendo llegar (que no estar) un jugador donde sólo un rival defiende en zona. Podemos culpar a Cristiano Ronaldo por defender mal ese espacio, o a una deficiente labor de scouting que no identificó a Silvan Aegerter como rematador a al que había que defender hombre a hombre con algún jugador más contundente que Raúl (¡Aegerter también había marcado en jugada de estrategia tres días antes contra el Grasshopper!). Personalmente, daría el merito al equipo suizo que, de hecho, marcó gol desde donde estadísticamente se anotan más tantos en saque de esquina. Esa milla de oro para el gol que es el espacio cercano al primer palo y cuyo metro cuadrado se cotiza más que ningún otro en los saques de esquina.

¿Soluciones para no encajar goles en saque de esquina? Veamos lo que dicen los gurús del fútbol: Jose Mourinho insiste en que es fundamental entrenar la concentración todos los días y en cada entrenamiento. Ángel Cappa sostiene que es absurdo hablar de falta de concentración, sino de falta o desconocimiento de conceptos básicos. Manuel Pellegrini recuerda la importancia de no perder de vista el balón, mientras que Fabio Capello suele decir que lo importante es impedir el remate del jugador rival. Pep Guardiola, resignado a no poder contener el poderío rematador del Chelsea, decidió poner hasta tres jugadores en el centro del campo, preparados para el contraataque, con el objetivo de obligar a quedarse en su campo al menos cuatro jugadores del equipo inglés. Algo que el propio Juande Ramos ya ponía en práctica entrenando al Barcelona B en la temporada 96-97.

A pesar de esta diversidad de criterios, es innegable que todos los clubes profesionales realizan una exhaustiva labor de seguimiento que les permite conocer detalladamente las virtudes y carencias de todos los rivales. La función de cada jugador en todas las acciones a balón parado está perfectamente establecida. Es muy común ver al segundo entrenador, cuaderno en mano, indicando al jugador que está a punto de entrar al terreno de juego su papel en cada situación.


Hay una frase muy extendida en el fútbol regional que dice: “si no recibes gol a balón parado no pierdes el partido”. Verdad tan discutible como aquella de que en el fútbol actual el 70% de los tantos llegan en acciones de estrategia. Números y opiniones disfrazadas de axiomas que ignoran el acierto de los jugadores con más talento y se niegan a admitir que, ayer, hoy y siempre, es muy difícil defender a los buenos. Hace unos días un amigo entrenador y aficionado del Atleti comentaba que tener un buen lanzador de faltas y córneres te asegura media Liga. “¡Acuérdate del gran Milinko Pantic!”, me decía. Ahí es nada.