lunes, 21 de diciembre de 2009

GANAR AQUÍ Y AHORA. LA VERDADERA HISTORIA DEL FÚTBOL BASE.

La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras. 
Jean Jaques Rousseau 

El próximo 27 de diciembre vuelve a disputarse el torneo internacional Alevín de fútbol 7 en Arona, Tenerife. No es el más importante, pero sí el mas mediático de todos los torneos de fútbol base que se celebran en España. Y todo ello a pesar de las incongruencias: se hace llamar torneo alevín aunque en él participan infantiles de primer año, y se juega fútbol 7, cuando lo habitual es que los jugadores de esa edad compitan en fútbol 11. Cuando Míchel era el director de la cantera madridista, no se cansaba de decir que este tipo de torneos no dan la verdadera medida del potencial formativo de un club pero, para el aficionado medio, es en esta competición donde se toma el pulso al estado del fútbol base de un club. “Lo importante es que esto es una fiesta del fútbol para los niños de esta edad y que se lo tienen que tomar como una diversión”, solía decir Míchel. Pero si todo fuera formación y acumular experiencias, estos torneos los jugarían sólo los niños con más talento, los que garantizan el futuro, y no los que aseguran la victoria hoy pero no mañana.

La prueba más reciente de esa urgencia, de ese ganar aquí y ahora, está en un estudio realizado por Pedro Gómez Piqueras, preparador físico de las categorías inferiores del Albacete Balompié. El dato más relevante es que los equipos de fútbol base eligen mayoritariamente a niños nacidos en los primeros seis meses del año, es decir, a aquellos que han madurado antes y destacan especialmente por sus condición física. Tras revisar mas de mil jugadores en categoría infantil, cadete y juvenil, en clubes como Real Madrid, Barcelona, Valencia o Milán, se observó que el 75 % de los jugadores habían nacido en los primeros 6 meses del año. Esta cifra es aún mayor en las categorías inferiores de la selección española, donde el equipo sub 16 tiene hasta un 93% de jugadores nacidos en la primara mitad del año. Podríamos llegar a pensar que es un dato circunstancial si no fuera porque, a partir de los 19 años, los porcentajes de nacimientos comienzan a equipararse. Y se igualan tanto que, analizando ocho selecciones absolutas que participaron en la pasada Eurocopa, existe una proporción de 50/50. Es decir, consciente o inconscientemente, las canteras eligen a los más desarrollados físicamente, aún sabiendo que eso no es garantía de futuro.

Visto esto, parece que el mes de nacimiento no tiene relevancia alguna en el futuro rendimiento del futbolista, a pesar de que los responsables del futbol base se empeñen en convertirlo en un criterio para seleccionar talento. Incluso, parece un milagro que aquel jugador con un nivel madurativo menor consiga sobrevivir temporada tras temporada a la criba de talentos sirviéndose tan sólo de sus condiciones técnicas.

Lo peor es que lo saben. No son tontos. Entrenadores, ojeadores, directivos… todos son conscientes de que tienen demasiados niños que destacan por su físico. El propio Jorge Valdano, allá por el ano 2001, cuando ejercía como director de fútbol del Real Madrid, dedicó una de sus primeras charlas a los entrenadores del futbol base a llamarles la atención sobre la excesiva cantidad de jugadores que se seleccionaban según sus características físicas. E incluso les invitó a repasar las fechas de nacimiento y comprobar cómo, efectivamente, la mayoría habían nacido entre los meses de enero y junio.

¿Quién es el responsable de este criterio? Es fácil señalar a los entrenadores. A fin de cuentas ellos dan más minutos y oportunidades a los más desarrollados físicamente. Pero la realidad es que, en clubes como el Real Madrid, el contrato de un entrenador del fútbol base dura un año. No se le hace partícipe de un proyecto de formación a largo plazo ni milongas por el estilo. Tiene una temporada para demostrar su capacidad como técnico porque no se confía en él más allá del treinta de junio, ni se le considera parte de un proyecto deportivo de larga duración. En esas circunstancias el entrenador opta por lo único que cree que le mantendrá en el puesto: ganar. Si no han confiado en él para la próxima temporada, más vale que se reivindique con victorias, porque su papel como formador o educador no va a dejar ningún sello cuando no le renueven el contrato. En una entrevista a Ramón Martínez, el subdirector de futbol del Real Madrid insistía en que buscan técnicos “que sean formadores antes que entrenadores”. Pero cuando se le preguntaba porqué él tiene un contrato plurianual y los entrenadores anual, simplemente respondía que “es lo que se hace normalmente. Hay gente que con un simple contrato anual dura toda la vida”. Ni rastro de conceptos como formación a largo plazo, proyecto de futuro, equipo de trabajo… A todos nos gusta Horst Wein hasta que empieza la competición.

Cuando los entrenadores estén a punto de partir a Tenerife con sus equipos, el responsable de fútbol base de turno les recordará que lo importante es disfrutar de la experiencia, no presionar a los niños, etc. Y será entonces cuando algún veterano empleado del club, saliéndose del discurso oficial, se acerque para decirles al oído que es verdad, que el resultado no es lo importante… pero hay que ganar.

viernes, 18 de diciembre de 2009

AL FINAL DE ESTE VIAJE…


Cuando se viaja en avión solamente existen dos clases de emociones: el aburrimiento y el terror
Orson Welles

Los periódicos deportivos acostumbran a recrearse en las bajas temperaturas cuando los equipos españoles juegan competiciones europeas en Rusia, Ucrania o Suecia. Cuando el FC Barcelona fue a jugar su partido de Champions contra el Dinamo de Kiev, todos los titulares subrayaban que “había que vencer al frío” o “no quedarse helados”. Si analizamos a más largo plazo, pocos han caído en la cuenta de que, en el espacio de siete días, el Barcelona ha pasado de jugar bajo cero en Kiev a jugarse el Mundialito de Clubes con temperaturas cercanas a los 30 grados, previo paso por Barcelona para jugar contra el Espanyol 

Para algunos, incidir en el cambio de temperatura como factor decisivo en el rendimiento es un mito que pertenece a la época de los futbolistas poco preparados y la equipación insuficiente. Pero si hacemos un recorrido cronológico por las últimas semanas del FC Barcelona veremos las circunstancias en las que han tenido que competir: 

El 8 de diciembre el equipo de Guardiola llega a Kiev y entrena esa misma tarde. Los jugadores llegarán a sudar un 50% de lo que sudan en un partido en verano. Aunque no veamos sudor en sus camisetas, se perderá agua a través de la respiración y por lo tanto hidratarse es tan importante como siempre o más. El peligro reside en perder demasiado calor. El frío produce una vasoconstricción en la piel para intentar conservar el calor corporal. Esta vasoconstricción puede venir acompañada de tiritona para intentar conservar el calor corporal y en estas circunstancias el cuerpo disminuye la coordinación y destreza. Se pueden producir congelaciones en orejas o asma como consecuencia de respirar aire muy frío. Además, como consecuencia de tiritar se produce la fatiga prematura ya que se consume mucho glucógeno muscular.  

El 9 de diciembre, durante el partido con el Dinamo de Kiev, el período más delicado para la hipotermia es la segunda mitad. El enfriamiento por evaporación y radiación aumenta debido a la humedad de la piel (debida al sudor, lluvia o nieve) y a que las prendas están expuestas a una mayor velocidad del viento en un momento en que la producción de calor metabólico disminuye. El cuerpo técnico del Barcelona cuida especialmente la vestimenta y la ingesta de hidratos de carbono. El equipo gana y se clasifica primero de grupo jugando con una sensación térmica de -1°C. 

12 de diciembre. Partido contra el Espanyol, 1-0 y preparación para el viaje a los Emiratos Arabes.  

13 de diciembre. Cuatro días después de jugar en Ucrania, el Barcelona llega a Abu Dhabi con una temperatura de 28°C. Al choque térmico inicial hay que añadir el cambio horario. Los trastornos más acentuados se perciben a partir de  3 horas de diferencia y cuando el viaje se realiza hacia el este. Exactamente el caso en el que se encuentra el Barcelona. Guardiola avisa: "Debemos ganarnos el derecho a jugar la final. No será fácil" 

El equipo llega y entrena porque realizar una sesión de entrenamiento el día de llegada contribuirá a mejorar el proceso de adaptación. El problema es que van justos de tiempo. Se estima que para recuperar la normalidad y que desaparezcan los síntomas del cambio por completo es necesario un día por huso horario atravesado. Han llegado exactamente tres días antes para adaptarse a una diferencia de tres horas. 

El segundo obstaculo es la alta temperatura. Un deportista entrenado se aclimatan al calor en 4 días , pero está probado que algunas adaptaciones del organismo requieren hasta once días. Sin embargo, el día 16 el FC Barcelona derrota 3-1 al Atlante con una temperatura de 30°C y un 76% de humedad. El próximo sábado 19 jugarán la final con un clima similar. 

Cuatro partidos clave jugados en diez días, en tres ciudades distintas y con cambios de temperatura de 30 grados centígrados. Un reto que pone a prueba no sólo a los futbolistas, sino a los médicos, preparadores físicos y entrenadores del FC Barcelona.

lunes, 7 de diciembre de 2009

LIONEL MESSI. CUANDO LOS NÚMEROS NO DICEN NADA.

El secreto de la genialidad es el de conservar el espíritu del niño hasta la vejez, lo cual quiere decir nunca perder el entusiasmo.
Aldous Huxley

Lo más importante no es ganar el balón de oro, ni siquiera hacerlo con el mayor número de votos en la historia. Tampoco lo es ganar el FIFA World Player, como previsiblemente Lionel Messi hará este año. Lo más relevante es la percepción mayoritaria de estar ante el mejor futbolista del mundo y frente a un jugador con el potencial de situarse entre los grandes de la historia. John Carlin escribió recientemente en El País que “tiene más mérito ser el mejor jugador de fútbol del planeta que ser el mejor en cualquier otra cosa. Por la sencilla razón de que hay más competencia. Habrá decenas de miles de personas que desean ser grandes cantantes de ópera o tocar magistralmente el violín o ser primeras bailarinas o bailarines; habrá cientos de miles que aspiran a jugar al tenis como Rafa Nadal o nadar como Michael Phelps o escribir como García Márquez. Pero cientos de millones de soñadores, de niños, e incluso adultos, que aspiran a ser el más grande, sólo hay en una disciplina, el fútbol.”

Los premios confirman lo que todos percibimos cuando vemos jugar al argentino del FC Barcelona pero, si por estadísticas fuera, Leo Messi estaría lejos de ser considerado el mejor. Esa es la grandeza del fútbol: la anatomía  de Leo es impropia de cualquier otro deporte de élite (jockey cabalgando un caballo, en todo caso) y, en la temporada 2008-2009, sus números no dan la verdadera medida de su talento. Y es bueno que así sea porque, para los que defendemos la singularidad del fútbol, es bueno que las estadísticas sigan sin explicar la grandeza de un futbolista.

Si echamos un vistazo a los números de Messi en la pasada Champions League, lo primero que vemos es que fue el máximo goleador con nueve goles, más el valor añadido de marcar un tanto en la final que, por cierto, fue su único gol de cabeza en toda la competición. Es decir, Messi marcó un tanto cada 104 minutos, pero Gerrard (Liverpool) y Klose (Bayern Munich) marcaron 7, uno cada 83 y 97 minutos respectivamente. Hasta aquí, las cifras hablán de un goleador que además, juega en el equipo más acertado de Europa (El Barcelona marcó 32 goles en la pasada Champions League, casi 2,5 goles por partido).

Sin embargo, hablar del mejor jugador del mundo implicaría tener estadísticas más completas, números que hablaran por sí mismos de su calidad e influencia en el juego. Pues bien, Messi no está ni de lejos en el ranking de los mayores rematadores de la pasada Champions. Tiró a puerta una media de tres veces por partido hasta completar 31 remates en toda la competición, muy lejos de los 75 realizados por Cristiano Ronaldo ¿Qué otras cosas ha hecho bien, entonces? ¿Centros al área? Sólo completó 57 centros frente a los 93 de prolífico Nani (Manchester United). En su propio equipo, Xavi y Dani Alves le superaron con 79 y 72 centros respectivamente. ¿Qué hay de las asistencias? Dio cuatro asistencias de gol, una cada 246 minutos. Xavi dio 6. Messi completó un total de 484 pases buenos, una media de 40 por partido. Xavi volvió a superarle con un total de 541. ¿Y qué hay de los regates, su gran recurso técnico? Realizó 110 regates en la pasada Champions, cifra similar a la de Cristiano Ronaldo, que completó 107.

Si revisamos los números de Messi en la Liga 2008-2009 veremos que jugó 31 partidos, fue el cuarto máximo goleador con 23 goles, dio 5 asistencias de gol, perdió 274 balones y sólo recupero 45. Con semejante balance, un entrenador de baloncesto hablaría de un buen jugador, quizá un gran anotador, pero en ningún caso del mejor jugador del mundo. Sin embargo, es sabido que, cuando el Barcelona se atascaba en algún momento de la pasada temporada, Pep Guardiola bajaba al vestuario y recordaba al equipo que tenían al mejor jugador del mundo. “¡Balones a él!” decía, mientras provocaba los celos de un Samuel Eto’o que nunca asimiló su papel secundario frente al argentino.

En el mundo del alto rendimiento, entrenadores y fisiólogos seleccionan talento agarrándose a la norma del “burra grande ande o no ande”. Pero cuando a Carles Rexach alguien le dijo que Messi era demasiado pequeño, como de futbolín, Rexach contestó: "Pues tráeme a todos los jugadores de futbolín porque los quiero en mi equipo".

Es una gran noticia que, al contrario que en la mayoría de deportes, los mejores sigan teniendo una morfología como la de Messi, y que sus números no alcancen a explicar ni de lejos su trascendencia en el juego. Y ya no pensamos en Leo en términos de asistencias, pases completados o porcentaje de acierto. Decir Messi es nombrar ese tic, tic, tic de balón pegado al pie del que habla Di Estefano, ese “jugador genial” que reconoce el propio Capello o ese gol frente al Getafe que aún perdura en la retina de todos nosotros.

A sus 22 anos, todos los indicios nos dicen que su progresión puede situarle entre los grandes de la historia. Puede haber dudas acerca de cuál es su reserva de adaptación, pero sí parece claro que su entorno y personalidad son los adecuados para desarrollar todo su potencial. Tal y como Michael Robinson dice en uno de sus deliciosos Informes, Messi está más que preparado para la vorágine de la máxima exigencia, especialmente porque él es el más valiente. "No es sólo porque cuantas más patadas le dan, más se motiva, sino porque siempre pide la pelota. Aunque esté rodeado por tres defensas, aunque el riesgo de fallar es grande, no tiene miedo. No teme hacer el ridículo. Yo sé cómo es eso. Yo fui futbolista. Veo a Messi y veo que juega sin miedo, y sin ego. Juega para el equipo y siempre está ahí. Eso, frente a 90.000 personas, y con cientos de millones escrutando todo lo que haces, juzgándote, poniéndote a prueba permanentemente, siguiéndote por televisión en todo el mundo, ¡Eso es agallas! ¡Eso es cojones!"

Y eso no lo explican las estadísticas ni los porcentajes.

Por cierto, ¿saben qué jugador no ocupa ni uno solo de los primeros puestos en los rankings estadísticos de la pasada temporada?: Andrés Iniesta. Pero esa es una historia que deberá ser contada en otra ocasión…

sábado, 14 de noviembre de 2009

SISTEMAS DE JUEGO Y OTROS CUENTOS

Sólo existen tres deportes: el toreo, las carreras de coches y el montañismo. El resto son simples juegos.
Ernest Hemingway

De acuerdo, los sistemas de juego no son más que posiciones de partida que nos dicen muy poco del rendimiento de un equipo. No hay sistemas ganadores o perdedores e incluso, como suele decir César Luis Menotti, “cada vez que hablamos de 4-4-2, 4-3-1-2 y demás, ¿Qué son esos? ¡Números de teléfono! Si yo te digo que juego con 5 volantes, vos me decís que soy defensivo. Pero si esos volantes son Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelinho ¿Qué me decís? Hay mucho verso.” De hecho, retamos a cualquier entrenador a ver imágenes congeladas de un partido de primera división y ver si es capaz de decir qué sistema de juego utiliza un determinado equipo.

No obstante, e incluso admitiendo que el sistema de juego es sólo una posición de inicio, no podemos negar que nos da algunas pistas sobre las intenciones de un equipo y sobre lo que el entrenador pretende del partido. Es verdad, tal y como afirma Víctor Fernández, que “el campo es un espacio vivo”, y que cualquier planteamiento inicial se va por la borda en cuanto se pone a rodar el balón, pero no es menos cierto que la forma de colocar las fichas en el tablero puede tener una cierta influencia en el desarrollo del juego.

Más allá del debate de adaptar los jugadores al sistema o viceversa, es importante recordar que, para ocupar el terreno de juego, existen sistemas de incorporación y sistemas de posición. Los sistemas de incorporación se articulan en torno a la subida y ocupación de las líneas más retrasadas a zonas más adelantadas, incluso rebasando la situación de compañeros más adelantados. Nos referimos a sistemas como el 4-4-2 (especialmente con rombo en medio campo), el 4-2-3-1 o el 3-5-2. Que nos disculpen los porteros y profesores de la escuela de entrenadores por no escribir “1”-4-4-2, pero no conozco ningún equipo que haya salido a jugar sin guardameta. La elipsis apela al sentido común y no busca la ofensa. Por otra parte, los sistemas de posición parten de la ocupación del espacio en búsqueda de la máxima amplitud. Es el caso del 3-4-3 o el 4-3-3.

¿Hay alguna opción mejor que otra? La historia ha demostrado todas son igual de buenas o igual de malas, y creemos firmemente que el sistema a elegir depende de las características de los futbolistas. Sin embargo, es razonable pensar que los sistemas de posición son, a priori, más equilibrados y sencillos de asimilar por los jugadores (el espacio se ocupa de forma más racional, sin desequilibrios originales). Después, el entrenador de turno puede enriquecer o complicar el sistema con el estilo de juego y todas las variantes tácticas que considere oportuno. Al final, se puede jugar un 4-3-3 como el Barcelona de Guardiola o el Chelsea de Mourinho.

Precisamente en el libro “Mourinho ¿Por qué tantas victorias?” (Muy recomendable a pesar de lo pretenciosos del título), el propio entrenador portugués reflexiona en voz alta sobre las dificultades que a priori plantean los sistemas de incorporación frente a los de posición: “El 1-4-4-2, como yo lo concibo, es mucho más táctico que el 1-4-3-3.¡Mucho mas táctico! En el 1-4-3-3 existe, de raíz una ocupación perfectamente equilibrada de los espacios, no es preciso ser muy inteligente, no es preciso pensar mucho… basta simplemente con que los jugadores ocupen sus posiciones. Con el 1-4-4-2 es preciso pensar mucho más, porque el campo está ocupado de una forma poco racional, no hay nadie abierto… Los laterales pueden atacar en profundidad pero, si lo hacen, hay descompensación defensiva… Si se saca a los jugadores del rombo por las alas, sólo queda uno cubriendo esa zona… Si los dos atacantes se mueven mucho y caen a las bandas constantemente, no tengo a nadie para finalizar… ¡Es un sistema desequilibrado de raíz! Y yo, cuando trabajo este sistema incido casi siempre más en sus defectos. Es un sistema que tiene muchas cosas más.”

Siempre se trata de crear, ocupar y aprovechar espacios. Todos buscan la continuidad de movimientos sin perder el equilibrio posicional, pero no deja de sorprender que uno de los sistemas de juego recomendados para futbolistas en etapa de formación sea el 4-4-2, ya sea con rombo y las exigencias tácticas que implica, o con doble pivote. De hecho, ya en el año 2004, en una entrevista durante la Eurocopa de Portugal, Johan Cruyff defendía que “es imposible crear un juego razonable a partir del doble pivote. A mi me gusta poner a tres centrocampistas porque tienen más opciones, más variación, más posibilidades, más control del partido. Evitas, además, que los jugadores se desfonden tanto al correr. Las distancias entre el doble pivote y el segundo delantero son siempre demasiado largas.”

Y a partir de aquí, reflexión, opinión y entrenamiento. En caso de duda siempre podemos decir que “los cuadrados mágicos nacen de los ángulos mágicos” ¿Se acuerdan?

jueves, 29 de octubre de 2009

¿QUÉ SE NECESITA PARA SER UN BUEN ENTRENADOR?

Si hubiera una nación de dioses, éstos se gobernarían democráticamente; pero un gobierno tan perfecto no es adecuado para los hombres.
Jean Jacques Rousseau

Johan Cruyff siempre ha distinguido entre tres clases de entrenadores: los que ganan y pierden un partido sin saber por qué; los que ganan y pierden un partido y saben por qué; y los que ganan y pierden un partido y no sólo saben por qué sino que tienen la solución para continuar ganando o evitar seguir perdiendo. La esencia está en saber, conocer, porque, como un día escribió Jorge Valdano: “un entrenador tiene o no tiene conocimientos, eso es lo que le da la autoridad cuando está delante de sus jugadores. Luego su palabra valdrá más o menos en función de lo que diga la tabla de clasificación”

¿Pero de qué tiene que saber un entrenador? Debe conocer tres cosas: el juego, la competición y los futbolistas. Cuando hablamos de conocer el juego nos referimos a la capacidad para identificar porqué ocurre lo que ocurre en el campo más allá del instante del último remate. Se trata de dominar los fundamentos del juego y ser capaz de diseñar tareas de entrenamiento pensadas por y para la competición. Es verdad, como escribe Ángel Cappa, que “el fútbol es un juego que primero se siente, se vive desde la pasión, y después se piensa porque si lo entendemos mejor, seremos capaces de disfrutarlo más”. Y es que no hay nada mas estéril que un entrenador sin un mínimo conocimiento táctico que le permita explicar porqué va ganando o perdiendo un partido.

Conocer la competición es como dominar el circuito en el que se va a pilotar. Si se quiere competir en la élite, con la máxima exigencia y donde los detalles son decisivos, es imprescindible conocer a los rivales, la idiosincrasia de un país, las características del campeonato, etc. Cuando a Juande Ramos le cazaron hace poco diciendo “¡Qué malos son estos rusos!” en el banquillo del CSKA de Moscú, es como si Fernando Alonso descubriera en plena carrera que una curva es más cerrada de lo que se esperaba.

Por último, es imprescindible conocer a los futbolistas porque el que no entiende de jugadores no entiende de fútbol. De los tres pilares básicos para un buen entrenador éste debe ser el más sólido. Un entrenador inteligente puede y debe rodearse de un cuerpo técnico que supla sus carencias, que planifique entrenamientos y le ayude a leer los partidos. Pero al final el entrenador es un lobo solitario que lidera el grupo y tiene la obligación de que los jugadores crean en él, y eso sólo se consigue en el cara a cara y tomando decisiones.

Fabio Cappelo dijo un día que en un mundo donde nadie se atreve a tomar decisiones él las toma. Es más fácil saber de táctica que de personas, y es ahí donde se mide la talla de un entrenador. Porque, parafraseando a Valdano, “si damos por descontado el conocimiento, la autoridad hay que demostrarla en las decisiones, no en el gesto fiero ni en el grito demagogo. A partir de ahí, el entrenador tendrá toda la fuerza que el club quiera.” Si nos detenemos a pensar en aquellos entrenadores más brillantes, siempre nos vendrá a la mente cómo decidieron jugar, qué jugadores eligieron y que estilo escogieron para su equipo. Recordaremos, en definitiva, sus elecciones.

"¿A qué vienes si sabes que Núñez te ficha por conveniencia?", le advirtió un futuro colaborador antes de que Cruyff firmara como técnico del Barça. "Vengo porque me necesitan para hacer lo que más me gusta, que es tomar decisiones".

miércoles, 14 de octubre de 2009

OCTUBRE, LESIONES Y CULPABLES

Han pasado dos meses desde el comienzo de la temporada y el número de jugadores lesionados dispara las alarmas buscando culpables. Pero que nadie vea fantasmas en una deficiente preparación, en el entrenador o los servicios médicos. No es el momento, especialmente en los recientes casos de lesiones de tobillo, donde ni un buen entrenamiento propiceptivo, un correcto equilibrio muscular o un vendaje funcional pueden impedir que, estadísticamente, el 36% de las lesiones sean esguinces de tobillo (la lesión con más incidencia en futbolistas según un estudio danés del año 97).

Sabiendo que el 24% de las lesiones provocan una inactividad superior al mes, con todo lo que eso implica, es comprensible que la epidemiología lesional en el futbol, así como la prevención y rehabilitación de lesiones sean una de las materias más estudiadas en toda la bibliografía deportiva.

¿Por qué se lesionan los futbolistas? Podríamos culpar a la permisibilidad arbitral a la vista de un estudio realizado en la Premier League según el cual el 60% de las lesiones se producen en algún tipo de contacto entre jugadores que no es señalado como falta, y que sólo el 28% de todas las lesiones fueron consecuencias de faltas pitadas por el árbitro. En el Mundial de 1994, la mayor parte de las lesiones no fueron falta a juicio del árbitro, aunque el 50% de las lesiones no juzgadas como falta se produjeron por contacto entre jugadores. Sin embargo, no podemos olvidar que más de la mitad de las lesiones se producen de forma indirecta, es decir, no existe una fuerza aplicada en el sitio de la lesión ni un contacto directo con el oponente. De hecho, está bastante arraigado en la cultura popular, y no sin razón, aquello de que las peores lesiones son las que se hace uno solo.

Parece más razonable encontrar causas en la gran carga competitiva de los futbolistas. De hecho, se estima que el riesgo de lesión es tres veces superior en los partidos que en los entrenamientos. Lo curioso es que, según un estudio danés, en el fútbol de primera división se producen 18 lesiones cada mil horas de juego, mientras que en categorías inferiores la cifra baja hasta las 11 lesiones por mil horas de competición.

¿Hay alguna posición más susceptible de lesión? La mayoría de estudios dan cifras tan ajustadas que es muy difícil decir que un delantero tiene más posibilidades de lesionarse que un defensa. No obstante, un estudio realizado en la liga española durante la temporada 1999/2000 establece que la demarcación de centrocampista es la más susceptible de lesión, seguida muy de cerca por la de delantero, defensa y, finalmente portero. Lo que sí parece demostrado es que el riesgo se concentra en las áreas de tiro donde la posesión de la pelota se disputa vigorosamente: zonas cerca de la meta. Además, existe un pico de riesgo entre los 20 y 24 años y una mayor incidencia en los últimos minutos de cada parte.

Muchos se preguntan si existen recetas para disminuir al mínimo las cifras de lesionados. Es una obviedad decir que la lesión es inherente a la competición y, de hecho, recientes estudios cuantifican el riesgo de lesión aguda en futbolistas como tres veces superior a la construcción y sector servicios. Es tan difícil dar recetas en este terreno que algunas investigaciones han concluido cosas tan simplistas como que los equipos con menor entrenamiento tienen mayor número de lesiones, o han documentado que una pretemporada más larga reduce el número de lesiones durante el período competitivo.

La última y más ambiciosa receta es el “11+”, un programa de calentamiento desarrollado por la FIFA y orientado a la prevención de lesiones que dura unos 20 minutos. La FIFA defiende que reduce el número de lesiones incluso a la mitad, y algunos ya esperamos impacientes estudios de rigor que avalen la nueva panacea para evitar lesiones en el fútbol.

jueves, 8 de octubre de 2009

¿POR QUÉ DISCUTEN?


El problema no es que discutan. El problema es porqué discuten. Es normal que, en el minuto 72 de un partido de máximo nivel  que pierden 2-1, los compañeros se crucen más de un grito como resultado de la tensión. Lo sorprendente, en este caso, es que la discusión gira en torno a algo que cualquier equipo debería tener completamente asimilado: la posición de cada jugador en los saques de esquina.

En una entrada anterior dábamos por hecho que cualquier equipo profesional tiene perfectamente trabajada la táctica fija hasta el punto de tener asignada una función claramente definida en todas las acciones a balón parado. Cada jugador conoce su papel de memoria. Ésto, que ya ocurre en equipos incluso de categoría juvenil, no sucedió en el Real Madrid el pasado 4 de octubre. En este caso, parece que Guti defiende una zona, pero Casillas le reprocha que no realice ninguna marca al hombre… un malentendido impropio de un equipo que lleva entrenando desde el 19 de agosto. Canal + y Cuatro han aireado los gritos como síntoma de desconcierto, pero el problema no está en la forma sino en el fondo, en el motivo de un conflicto que no debería existir.

Si repasamos todo el encuentro, veremos que a pesar de las quejas de Casillas, Guti tiene asignada esa zona desde el principio. En el minuto 4 de partido, cuando el Real Madrid defiende su primer saque de esquina, Guti ya ocupa ese espacio con el propósito, entre otras cosas, de salir a defender un posible saque en corto del Sevilla y neutralizar un previsible 2 contra 1. Eso es precisamente lo que ocurre en el minuto 24 y, de acuerdo con las imágenes del partido, Guti cumple con la misión encomendada. Lo curioso es que, en el minuto 66, vuelve a suceder lo esperado: el Sevilla juega en corto otro saque de esquina y sólo Guti va a defender la superioridad numérica de Navas y Adriano. Éste último coloca un centro sin demasiada oposición y Renato marca ante la inexistente oposición de Raúl.

Dante Panzieri escribió una vez que “el fútbol es la dinámica de lo impensado”, en relación a la naturaleza de un juego siempre abierto e imprevisible. El problema es que, si hay algo que se puede anticipar y entrenar, es la función de cada jugador para defender los saques de esquina. ¿Por qué parece que se improvisa la posición? ¿ Por qué el cuerpo técnico del Real Madrid no puso solución a los saques de esquina en corto del Sevilla? ¿Por qué Raúl era el responsable de hacer una marca al hombre sobre Renato? ¿Por qué parece todo tan chapucero?

lunes, 5 de octubre de 2009

IKER MUNIAIN: EL TALENTO ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO



Los números ya han situado a Iker Muniain Goñi en la historia del Athletic Club de Bilbao y en la de la Primera División española después. Ahora todos estamos a la expectativa de comprobar si su talento es capaz de llevarle tan lejos como promete. Impacientes por ver si este joven futbolista navarro puede ganarse un sitio en la historia del Athletic más allá de las fechas de su debut, superando lo que Santiago Segurola llama “el efecto champán”.

Para calibrar correctamente el margen de progresión de un talento en formación, la teoría del entrenamiento utiliza un concepto denominado “reserva de adaptación”. La reserva de adaptación es la relación entre el potencial de mejora de un jugador y los límites actuales de su rendimiento. En casos como el de Iker Muniain, la ciencia nos dice que, a sus 16 años, sus límites actuales están muy lejos de sus posibilidades de rendimiento en el futuro, una vez haya desarrollado todas sus capacidades físicas, psíquicas y emocionales. El riesgo en estos casos es exigir al jugador hasta límites que fuercen su adaptación a corto plazo y que agoten esta reserva de forma prematura. De este modo, el talento explotaría todas sus posibilidades a edades muy tempranas y alcanzaría su techo incluso antes de llegar al ecuador de su carrera deportiva. A todos nos vienen a la memoria casos de jugadores que desarrollaron todo su potencial demasiado pronto y se quedaron sin margen de mejora cuando aún rondaban los 20 anos.

Un estudio realizado en las categorías inferiores del Chelsea revela que un jugador de la Premiere League alcanza la cima de su rendimiento a los 27 años. Es una cifra que depende de muchos factores y hasta cierto punto arbitraria, pero justifica una práctica común en Inglaterra, que es la cesión de jugadores en periodos de formación a clubes más pequeños para garantizar que juegan el tiempo suficiente como para explotar su talento en los plazos óptimos. Paul Clement, entrenador asistente de Carlo Ancelotti, afirmaba el año pasado en una conferencia en Orlando que “los Rooney, Messi o Fabregas son casos extraordinarios. El tiempo de formación de un jugador tiene plazos mucho mas largos”. Basta recordar que el propio David Beckham jugó cedido en el humilde Preston North End FC en la temporada 94-95.

No es sencillo manejar los plazos, las cargas y el estrés competitivo de un futbolista que se destapa a tan temprana edad. La sombra de Julen Guerrero y su prematuro estancamiento es muy alargada. Sin embargo, la cultura futbolística de Lezama y la filosofía del Athletic son un caldo de cultivo favorable. Además, Joaquin Caparrós ha sido valiente. Valiente y atrevido porque, en la estructura de formación de talentos, el resorte final, el de la confianza del entrenador del primer equipo, suele ser el obstáculo más complicado. Ahora, el técnico de Utrera debe resolver la ecuación: disponen un diamante en bruto que para progresar ha de competir bajo exigencias acordes a su talento, pero no pueden someter al joven navarro a la carga permanente que supone el fútbol de élite desde el punto de vista físico, psicológico y anímico. Si lo hicieran, es posible que el genio de Iker saliera indemne de cualquier trance, y que incluso desarrollara todo su potencial en tiempo record, pero habría agotado su reserva de adaptación y tendríamos una estrella prematuramente estancada para el resto de su carrera. Las estadísticas dicen que, en lo que va de temporada, Caparrós va a encontrar la solución utilizando la cautela: entre Liga y Europa League, Muniain ha sido titular en cuatro de once partidos,y de ellos solo ha jugado uno completo. En total, 518 minutos que apenas superan el 50% del tiempo hasta le fecha. El entrenador le protege también en los medios, y ya desde las eliminatorias de Europa League contra el Werder Bremen, Caparrós denunciaba: "Van a cazarle. Tiene el tobillo totalmente hinchado y el reglamento es para todos igual, al margen del nombre y de los años que lleve en Primera. ¿Tiene que ser más mediático un futbolista para que le piten las faltas?". Intenta encontrar el foco de atención adecuado, protegerle en público sin desgastarle ante los medios.

En Lezama ya saben que crecerá más de su actual 1,69 de estatura, que le queda cuatro o cinco anos para alcanzar sus niveles máximos de consumo de oxígeno, o que su desarrollo hormonal le va a proporcionar más masa muscular en las próximas temporadas. Sólo hay que hallar la compleja fórmula que permita respetar los plazos de desarrollo estimulando al máximo sus capacidades. Una tarea ingente que quizá solo tenga una clave: mantener la cabeza bien amueblada.

martes, 29 de septiembre de 2009

ROTACIONES Y COARTADAS

Más de lo mismo. Esta vez es Manuel Pellegrini quien recurre a los argumentos tantas veces utilizados para justificar las famosas rotaciones, tan necesarias para muchos en el llamado “fútbol moderno”. Como casi siempre, la coartada para no repetir equipo titular suele ser lo que Jorge Valdano ha llamado “la gestión del capital físico”, es decir, la necesidad de distribuir esfuerzos a lo largo de la temporada para llegar en las mejores condiciones al tramo final de la misma. “En abril ya será tarde para descansar” sostiene el director general del Real Madrid, y todos acabamos asumiendo que es una simple cuestión de preparación física.

De la preparación física sólo se habla cuando el equipo pierde o para justificar las rotaciones. Rafael Benítez es de esos entrenadores que ejerce como tal y admite que la mayor parte de sus rotaciones tienen una intención táctica, pero es de los pocos que no se escuda siempre en el argumento del desgaste físico para gestionar la plantilla. Ángel Cappa quizá sea el único que sigue pensando que “en un equipo tiene que haber titulares y suplentes. Todos deben conocer su papel y actuar en consecuencia”. En defensa de Pellegrini tenemos que decir que sigue fiel a sí mismo. Repitió muy pocas alineaciones en el Villarreal y sigue haciéndolo esta temporada. La impostura llega cuando se dice que es para cuidar la condición física de los jugadores y, sin embargo, todos los indicios revelan que más bien es una manera de gestionar el vestuario.

Ya conocemos la gran carga de partidos de los futbolistas profesionales, las lesiones, las temporadas interminables, etc.… Pero tampoco olvido a Johan Cruyff cuando recuerda que lo más difícil para un entrenador es liderar un grupo de veinte egos. A Fabio Cappelo se le atribuye la célebre frase: “de lo que menos tiene que saber un entrenador es de fútbol”, en referencia a la importancia de dominar el entorno y, sobre todo, el vestuario. Incluso Jose Mourinho ignora el concepto fisiológico de fatiga y planifica pensando en la fatiga mental y emocional de sus jugadores. El propio Pep Guardiola podría escribir un manual acerca de como ganarlo todo en una temporada con apenas doce jugadores. Si todos los entrenadores fueran sinceros admitirían que la distribución de la carga física es la mejor coartada para justificar su forma de manejar su grupo.

Los servicios médicos de cualquier club profesional tienen los recursos suficientes para evaluar el grado de fatiga de cada jugador a corto, medio y largo plazo. La concentración de urea en sangre, o los niveles de hormonas como el cortisol o la testostorona son claves para determinar si un deportista esta en óptimo estado para competir. Pero me cuesta creer que, a la hora de hacer la convocatoria, el entrenador pregunte a los servicios médicos por el umbral de lactacto de tal o cual jugador o por los resultados de su última electromiografía. A nadie se le escapa que hay muchos factores más importantes para el rendimiento que el estado estrictamente físico y fisiológico del futbolista. Rubén Darío Oliva, médico de la selección argentina campeona en el mundial del 78, suele decir que “sentirse cansado no es estar cansado”, y lo ilustra contando cuando, en la final ante Holanda, salió a atender a Bertonni, aparentemente lesionado e incapaz de seguir en el terreno de juego: "Bertonni gritaba como un loco pero vi que no tenía nada. Le dije que era un cagón de mierda y que entrara; lo hizo y metió el tercero".


Por encima de las opiniones de médicos, entrenadores o preparadores físicos, me quedo con las palabras del mítico capitán del Liverpool, Graeme Souness, ganador entre otras de tres copas de Europa. En un delicioso reportaje de “El Informe Robinson”, donde Pepe Reina, Arbeloa y Torres comparten mesa con Michael Robinson, Sammy Lee, Kenny Dalglish y el propio Souness, este último reflexiona en voz alta: “No creo que el juego haya cambiado tanto y sea tan exigente físicamente. Teniendo en cuenta que los jugadores se cuidan ahora mucho más de lo que lo hacíamos nosotros, en términos de alimentación, hidratación, limitar el alcohol… Yo nunca me sentí cansado jugando al fútbol. Podía jugar los miércoles y sábados, cada semana, durante cincuenta semanas al año. Es algo psicológico. Te cansas cuando pierdes. Pienso en jugadores como Adebayor, Fabregas, Ronaldo o Rooney en el Manchester United. Nunca descansan. Hay que darle al equipo la posibilidad de encontrar su mejor once, porque una vez estás en racha el impulso te lleva en volandas. Han cambiado muchas cosas, pero no la mentalidad de los futbolistas, y si insistes en decirles que están cansados, acabaran creyendo que están cansados”.

Para algunos puede sonar a bravuconada de una vieja gloria que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. Para otros este discurso encierra más ciencia que la mayoría de los estudios publicados hasta la fecha.

lunes, 21 de septiembre de 2009

LOS PARTIDOS SE GANAN EN LAS SEGUNDAS PARTES

“Los partidos se ganan en las segundas partes”, dicen los más viejos del lugar, y es una afirmación que tiene mucho de verdad si echamos un vistazo a las estadísticas que ofrece uefa.com esta temporada: más del 40% de los goles en competiciones europeas se han marcado en los últimos 30 minutos de partido. Son cifras similares a las de otras temporadas y que bien puede suscribir el Real Madrid tras su encuentro contra el Xerez (marcó cuatro de sus cinco goles en los últimos 25 minutos). Sólo el Barcelona, como en tantas otras cosas, se atreve a discutir las convenciones y las estadísticas marcando cuatro goles en la primera parte frente al Atlético de Madrid y tres contra el Racing de Santander. Aun así, sigo compartiendo la opinión popular de que el resultado se decide en el segundo tiempo, pero yo añadiría que siempre y cuando no lo hayas perdido en el primero.

Las razones por las que se marcan más goles en el tramo final de los partidos parecen obvias, y algunas de ellas apuntan a la condición física de los jugadores, aunque explicar este fenómeno únicamente dese la preparación física no deja de ser una visión parcial y reduccionista del juego. Más aún si, como a menudo escuchamos, la solución está en mejorar la capacidad aeróbica, el consumo máximo de oxígeno o la tolerancia al lactato. Esta es una opinión más popular si cabe desde que las retransmisiones de Champions League muestran los metros recorridos por cada jugador. Y el círculo se cierra si, además, escuchamos a entrenadores como Avram Grant destacar hace dos temporadas el rendimiento de Ashley Cole a la vista de la gran cantidad de metros recorridos en cada partido.

Para contradecir esta opinión popular y, sin salir del discurso de la preparación física, les diré que un jugador se pasa más del 70% del tiempo de partido caminando o trotando, y solo un 7% realizando acciones de alta intensidad (sprints, regates, anticipaciones, golpeos de cabeza, tiros a puerta, disputas…). Es decir, las acciones que verdaderamente deciden un partido dependen fundamentalmente de la capacidad del futbolista para acelerar, frenar, saltar, golpear… todas ellas acciones directamente relacionadas con la fuerza y la velocidad. No vamos a negar que el fútbol es un deporte predominantemente aeróbico, pero el partido se gana en situaciones muy breves que requieren la máxima intensidad.

Desde el mundial de Inglaterra en 1966 se han estudiado el número de acciones de alta intensidad que un jugador realiza por partido. Los datos dicen que, en la actualidad, un futbolista realiza tres veces más acciones de alta intensidad de las que realizaba un jugador hace cincuenta años. Crece por tanto el ritmo de juego y, con él, no solo la necesidad de ser más rápido, sino de poder serlo el mayor número de veces seguidas y con la menor recuperación posible.

Pobres aquellos que, para rendir mejor en el tramo final de los partidos, han decidido correr más tiempo en sus entrenamientos. Es relativamente fácil que un deportista entrenado pueda trotar los menos de 60 minutos de juego real que tiene un partido. El problema llega cuando, en los últimos 20 minutos, necesita acelerar y frenar en espacios cortos con la misma exigencia que en el primer minuto.

domingo, 20 de septiembre de 2009

DESMONTANDO MITOS: MOURINHO Y LA PREPARACION FISICA

Que los equipos entrenados por Jose Mourinho son fuertes táctica y, sobre todo, físicamente es una percepción que comparten la mayoría de los aficionados y profesionales del fútbol. Algo sorprendente para un entrenador que afirma que “lo físico es lo menos importante en la forma deportiva”. ¿Cómo consigue entonces ese nivel de condición física en sus jugadores? Quizá realice dobles sesiones de entrenamiento, trabajo específico en el gimnasio o minuciosos test físicos. Nada de eso. El rendimiento de equipos como el Inter de Milán se sostiene sobre las bases de la llamada “periodización táctica”, una metodología de entrenamiento que, en términos de preparación física, supone una provocación hacia el pensamiento convencional y los conocimientos impartidos en casi todas Universidades y escuelas de entrenadores. Algunos ejemplos: entrenamientos de no más de 90 minutos y nunca doble sesión (ni siquiera en pretemporada), trabajo en el gimnasio sólo si los médicos lo recomiendan en casos concretos, nada de test físicos y una revisión completa de los conceptos de volumen , intensidad, y estado de forma. Mourinho presume de no tener un preparador físico, sino un “metodólogo”, Rui Faria, para quien “el concepto tradicional de carga está desprovisto de significado en nuestra metodología”.

Sé de muchos entrenadores y preparadores físicos que, viendo sus sesiones de entrenamiento pensarían que así es imposible rendir físicamente al máximo nivel. También sé que ninguno le reprocharía al Inter, Chelsea u Oporto una falta de condición física. Son equipos que parecen correr, saltar y chocar tanto como el que más. Pero eso no le importa a Mourinho. El quiere que corran dónde, cuándo y cómo el estilo de juego exige. La calidad sobre la cantidad. Los principios de juego sobre las cualidades físicas.

Una semana de entrenamiento del Inter es una máquina de desmontar mitos acerca de la preparación física convencional. Presenciar un entrenamiento dirigido por Mou es ver tareas solo de fútbol, fútbol y más fútbol desde el primer día. Y todo porque el único objetivo es entrenar el estilo de juego del equipo, la forma de jugar, sabiendo que lo táctico arrastra consigo las dimensiones físicas, psicológicas y emocionales del juego. Una autentica bofetada en la cara de autoridades en materia de preparación física como Cometti o Bangsbo. Esto no significa que ignore los fundamentos de la teoría del entrenamiento o las bases de la preparación física, más bien al contrario. Va un paso por delante, reformulando conceptos y dándoles forma en el marco de una metodología que ha dado a la preparación física su verdadera dimensión en el fútbol. Se puede ser el más fuerte entrenando cómo quiero que juegue mi equipo, sin hacer series de carrera o pasar el día en el gimnasio.

Ahora que casi todos los profesionales del futbol beben de las mismas fuentes, merece la pena acercarnos a la metodología de Mourinho, conocerla y sacar nuestras propias conclusiones. Mas allá del personaje mediático, nos guste o no su personalidad o estilo de juego, Mourinho entrena diferente a la mayoría. Y además gana títulos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

CADA UNO CON UNO Y EL QUE SOBRE P’ALANTE

Ahora que Iker Casillas llena páginas de periódicos con titulares tan castizos como “somos un desastre a balón parado”, es un buen momento para recordar el suplicio que es entrenar la estrategia (ahora conocida como táctica fija) para jugadores y, por extensión, para entrenadores. A pocos les gusta o, más bien, a todo el mundo aburre. Primero, porque sólo se necesitan algunos jugadores mientras el resto hacen de relleno o simplemente no participan. Segundo, porque no hay manera de dar una intensidad real a ninguna de esas acciones, sea cuales sean los recursos del entrenador para hacer el ejercicio más competitivo. Con este panorama, la costumbre mas asentada es entrenar la estrategia no más de uno o dos días a la semana, viernes y sábado, apenas unos minutos en la parte final del entrenamiento. Entrenar el balón parado es el camino más corto para cabrear al entrenador.

Hace muchos años que, para defender saques de esquina, se desterró aquel mítico grito de “¡Cada uno con uno y el que sobre p’alante!” Hoy en día, la mayoría de los equipos de elite hacen un marcaje combinado, es decir un cierto número de jugadores defendiendo en zona y otros al hombre. Hace casi diez años, en una conferencia en el INEF de Madrid sobre la defensa un zona, Rafael Benítez (por aquel entonces entrenador del Tenerife), recordaba con una media sonrisa que Brasil encajó dos goles en la final del mundial de Francia ’98, defendiendo los saques de esquina en zona. (Todos recordamos los dos cabezazos de Zidane ante Leonardo primero y frente a nadie después).

El FC Zurich le marcó un gol al Real Madrid en saque de esquina de manera similar. Utilizó alguno de los trucos más viejos: crear superioridad numérica en un espacio haciendo llegar (que no estar) un jugador donde sólo un rival defiende en zona. Podemos culpar a Cristiano Ronaldo por defender mal ese espacio, o a una deficiente labor de scouting que no identificó a Silvan Aegerter como rematador a al que había que defender hombre a hombre con algún jugador más contundente que Raúl (¡Aegerter también había marcado en jugada de estrategia tres días antes contra el Grasshopper!). Personalmente, daría el merito al equipo suizo que, de hecho, marcó gol desde donde estadísticamente se anotan más tantos en saque de esquina. Esa milla de oro para el gol que es el espacio cercano al primer palo y cuyo metro cuadrado se cotiza más que ningún otro en los saques de esquina.

¿Soluciones para no encajar goles en saque de esquina? Veamos lo que dicen los gurús del fútbol: Jose Mourinho insiste en que es fundamental entrenar la concentración todos los días y en cada entrenamiento. Ángel Cappa sostiene que es absurdo hablar de falta de concentración, sino de falta o desconocimiento de conceptos básicos. Manuel Pellegrini recuerda la importancia de no perder de vista el balón, mientras que Fabio Capello suele decir que lo importante es impedir el remate del jugador rival. Pep Guardiola, resignado a no poder contener el poderío rematador del Chelsea, decidió poner hasta tres jugadores en el centro del campo, preparados para el contraataque, con el objetivo de obligar a quedarse en su campo al menos cuatro jugadores del equipo inglés. Algo que el propio Juande Ramos ya ponía en práctica entrenando al Barcelona B en la temporada 96-97.

A pesar de esta diversidad de criterios, es innegable que todos los clubes profesionales realizan una exhaustiva labor de seguimiento que les permite conocer detalladamente las virtudes y carencias de todos los rivales. La función de cada jugador en todas las acciones a balón parado está perfectamente establecida. Es muy común ver al segundo entrenador, cuaderno en mano, indicando al jugador que está a punto de entrar al terreno de juego su papel en cada situación.


Hay una frase muy extendida en el fútbol regional que dice: “si no recibes gol a balón parado no pierdes el partido”. Verdad tan discutible como aquella de que en el fútbol actual el 70% de los tantos llegan en acciones de estrategia. Números y opiniones disfrazadas de axiomas que ignoran el acierto de los jugadores con más talento y se niegan a admitir que, ayer, hoy y siempre, es muy difícil defender a los buenos. Hace unos días un amigo entrenador y aficionado del Atleti comentaba que tener un buen lanzador de faltas y córneres te asegura media Liga. “¡Acuérdate del gran Milinko Pantic!”, me decía. Ahí es nada.