viernes, 11 de junio de 2010

¿CÓMO SE PREPARA UN MUNDIAL?


Una vez más en la brecha, queridos amigos…

Se han escritos miles de manuales sobre planificación, periodización y métodos de trabajo para una temporada de fútbol.  Sin embargo,  ni la combinación del mejor cuerpo técnico tiene la fórmula perfecta para el siguiente reto: elegir los mejores 23 jugadores  de un país que queden sanos después de una temporada comprimida y agotadora, para después llevarlos a su cima de rendimiento en menos de un mes. Pues bien, ése es el reto que deben resolver Fabio Cappelo, Maradona, Del Bosque y todos los seleccionadores nacionales del mundial que empieza hoy en Sudáfrica.  Y es un problema cuya solución que no está escrita en ningún libro.
La mayoría de las selecciones han seguido patrones comunes. Se renuncia a una ilógica y convencional pretemporada y, en su lugar, se comienza con microciclos de descarga con el objetivo de recuperar a los jugadores física y anímicamente. Hacer grupo se convierte en una prioridad y crear un clima positivo vale más que cualquier carga de trabajo.  El mejor ejemplo de esta filosofía  es Francia, que se concentró en los Alpes para hacer todo tipo de actividades al aire libre y nos ha dejado las anécdotas del accidente de Anelka con la bicicleta o el de William Gallas volcando con su buggy. En el caso de España, el propio Jorge Carretero, portavoz de la federación, admite que la elección de los Alpes como centro de preparación se hizo con más fines psicológicos que otra cosa: "permite a los jugadores cambiar de aires". Es cierto que el clima en los Alpes es óptimo para entrenar y la temperatura se asemeja al invierno sudafricano, pero no es necesaria una adaptación a la altura en tanto en cuanto el estadio más alto del mundial es Ellis Park, en Johannesburgo, a poco más de 1.700 metros de altitud. De hecho, se da la paradoja de que la Ciudad del Fútbol de Las Rozas está a más altura que la sede de la concentración de la selección en Austria.
A la hora de competir, los equipos han jugado una media de tres partidos amistosos. Inglaterra debutará tras probarse contra Mexico, Japón y un equipo local sudafricano. Italia ha jugado dos partidos contra Mexico y otro contra Suiza, y Brasil ha competido hasta el momento contra Zimbawe y Tanzania, posiblemente pensando en su inicio contra la imprevisible Corea del Norte el 15 de junio. El caso de Argentina es una excepción: sólo ha jugado contra Canadá y debutan el 12 de junio.
Recientemente  Arsene Wenger ha calificado la preparación de las selecciones como fast food, en clara referencia al poco tiempo del que se dispone para construir un equipo y sus automatismos. España es uno de los mejores ejemplos: se concentró por primera vez el  24 de mayo y hoy llega a Sudáfrica para debutar contra Suiza el 16 de junio. Total, tres semanas de preparación. Mucho menos que los habituales 40 días de pretemporada de un equipo medio de primera división. Inglaterra comenzó a entrenar 10 días antes que España e Italia jugará su primer partido el 14 de junio con 23 días de entrenamiento en las piernas. El contraste lo pone su rival para esa fecha, Paraguay, que concentró a sus jugadores el 10 de mayo.
Las selecciones sudamericanas han sido las primeras en desplazarse a Sudáfrica, decisión comprensible hasta cierto punto por el cambio horario. Brasil empezó a entrenar en su sede de Curitiba el 21 de mayo, pero siete días después ya estaban instalados en Sudáfrica y allí han jugado sus partidos de preparación. Argentina está en Pretoria desde el 29 de mayo, 14 días antes de su debut contra Nigeria.

Con plazos tan cortos sólo hay tiempo para recuperar físicamente a los jugadores más castigados y mantener a los que llegan más finos. Se trabajan aspectos tácticos más elementales y una o dos opciones a balón parado. Además de eso, mucho vídeo y analisis del rival. Sólo las mejores selecciones pueden permitirse ir de menos a más en el campeonato porque su superioridad les proporciona victorias sin competir al máximo. Aún así, perder un partido en el grupo estropea un mundial a cualquiera. Para los equipos menores, aquellos que aspiran a llegar al cuarto partido, el debut es ya una final y no hay tiempo para corregir errores.
Los entrenadores han tenido menos tiempo que nunca para imprimir su sello a los equipos, y eso es bueno. Hay un margen mayor para el jugador en estado puro, para medir a los mejores con pocas limitaciones desde el banquillo pero siempre un balón de por medio. El mundial es, más que ninguna otra, la competición de los futbolistas.

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